El número de vehículos de autogás que circulan por las carreteras españolas se multiplicará por diez en 2017. Según las previsiones de la Asociación de Operadores de Gas Licuado de Petróleo (AOGLP), el parque automovilístico movido por este combustible alternativo en España superará los 200.000 coches, frente a los 20.000 actuales. Este incremento de vehículos en el sector vendrá acompañado además de un aumento en el número de surtidores, que pasará de los 250 puntos actuales a unos 1.000 en el año 2015.

El consumo de este combustible está en pleno crecimiento en España. Sólo el año pasado experimentó un incremento del 22 por ciento y este año se espera un crecimiento mayor, que supere incluso el 30 por ciento. Según la Asociación, esta proyección sigue la tendencia que muestra el mercado mundial y europeo, que sitúa al autogás como el combustible alternativo más utilizado y con previsiones de continuar creciendo en los próximos años.

En la actualidad existen 21 millones de vehículos movidos por este carburante en el mundo, de los cuales, diez millones son europeos. Según indica la patronal, estas cifras podrían ser todavía mayores si no fuera por el desconocimiento que existe sobre los beneficios del uso de este carburante.

En este sentido, la Asociación realizó varias encuestas a los usuarios que visitaron el punto informativo de la organización durante el último Salón de Valladolid. De los datos recogidos en este evento se desprende que el 62 por ciento de los encuestados se mostró dispuesto a utilizar autogás tras descubrir que su uso supone un ahorro de hasta un 40 por ciento con respecto a otros combustibles.

Asimismo, la patronal asegura que el 89 por ciento de los encuestados se compraría un vehículo GLP de fábrica, al tiempo que un 82 por ciento transformaría su coche actual. Por otro lado, un 35 por ciento manifestó que lo haría también porque contribuye a la mejora del medioambiente y la calidad del aire de las ciudades, ya que reduce considerablemente las emisiones de CO2, de NOx y de partículas contaminantes.

Fuente:El Economista